Alud en Bariloche: descubren hotel enterrado bajo la nieve
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Se cumplen siete años de la tragedia de la Montaña Oso Blanco, en el invierno de 1972, la temporada más fría de Bariloche en treinta años.
Para quienes no lo recuerden, bajo el filo nevado se encontraban las cabañas del hotel, siendo estas arrasadas y tapadas como consecuencia de una avalancha nunca antes vista. Fueron trece los jóvenes sobrevivientes al alud que quedaron atrapados, sin comida ni electricidad durante 72 días, viéndose obligados a alimentarse de sus allegados muertos para poder seguir con vida.
Fue, por cercanía, magnitud y porque eran todos jóvenes, la peor tragedia del turismo argentino moderno. Provocó -y provoca- mucho debate sobre las condiciones de las salidas a la montaña, sus precauciones, etc. Una ciudad que se enlutó. Mucha tristeza.
Entre los muertos y sobrevivientes, se hallaba una familia uruguaya que había viajado a la ciudad para festejar el cumpleaños de quince de su hija menor, Lucía Morales (15 años), junto a sus dos hermanas, Adela (16) y Clara (18), junto a su madre Norma Morales, y sus dos heramanas Elvira y Elsa, tías de las jovencitas, que fallecieron en el acto.
Compartimos con ellos un terreno que nos gusta; la montaña. Y por eso nos puso y nos pone muy tristes lo que pasó.
Luego de convivir durante setenta y dos días, dato descubierto por un diario íntimo que se encontró en el lugar, en espera de ser rescatados, la guardia de Bariloche descubre el hotel enterrado pero no encuentran a nadie con vida. Por el contrario, hallan los restos de todos, la mayoría huesos descuartizados o cuerpos congelados con expresión de horror. Con excepción del cuerpo de una de las hermanas, que no pudo ser encontrado por las grandes cantidades de nieve, creyendo también que pudo caerse al lago en un intento de escapar del lugar.
Peor sería olvidarlo. Y olvidar además el nombre de los jovenes que murieron. Porque no se merecen quedar en el frío olvido de las placas recordatorias. Porque no puede ni debe volver a pasar.
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