PREMIAN UN CUENTO AMBIENTAL ENTRERRIANO

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Una alegoría irónica sobre la anterior gestión medioambiental en la provincia de Entre Ríos (RA) recibió el Primer Premio y Medalla de honor en la Contest World Better Environmental Story of 2015, de la Environmental University of Calgary.
Aqui el texto galardonado:

EL RETRATISTA DE PÁJAROS

Había una vez, en un país del que ya ni me acuerdo el nombre, un enorme territorio al que los nativos llamaban “provincia”.
Vivian allí montones de gentes, en un lugar extraordinario, en el que abundaban árboles, plantas, animales y especialmente pájaros.
De todos los colores, tamaños, cantos y costumbres.
La gente los quería muchísimo y cuando venía alguien de otra parte, se los mostraban con el pecho ancho de orgullo:
-mirá-, les decían.
-escucha como cantan-, insistían.
De mañana despertaban a todo el mundo con sus trinos, pero nadie se enojaba porque a todos les gustaba mucho escucharlos.
Tanto que un señor que se había comprado una máquina para sacar fotografías los retrataba.
Una preciosura.
Las fotografías parecían cuadros y los pajaritos que ya lo conocían, cuando lo veían venir con su cámara, acomodaban las plumas, hacían planeos largos con las alas bien abiertas y se lanzaban en picada para salir lindos en las fotos.
Una vez, a otro señor lo nombraron jefe de todos los jefes en la provincia, y entonces, como él pretendía que todos lo respetasen, buscó a los que pensaba eran los mejores en cada cosa, para que lo ayudaran a ser jefe.
Preguntó y preguntó y alguien le dijo al oído que para cuidar a los animalitos tenía que poner al señor que retrataba los pájaros.
Lo llamó y conversó con él y le pidió que lo ayudara con eso.
El señor que retrataba los pájaros le dijo que si, se compró un traje muy elegante, se cortó el pelo y se fue a trabajar con el jefe de todos los jefes.
Una paloma torcaza de cuerpo gris y cabeza negra, bien gorda ella, que vivía en la torre de una iglesia, lo vio llegar a la casa donde trabajaba el jefe de todos los jefes y le preguntó a un ratón amigo si sabía para que había ido.
El ratón, que siempre sabía todo, le contó que el señor que retrataba los pájaros ahora trabajaba con el jefe de todos los jefes y la torcaza se puso loca de alegría y le aviso a una palomita de la virgen, que era su sobrina y vivía cerca de un sojal, en el campo.
-Avisale a todos- le pidió, porque sabía que todos los pájaros se iban a poner contentos de tener por fin, alguien que los cuidara.
La noticia se desparramó volando (literalmente) y al otro día los pajaritos cantaron más tiempo, más lindo y más fuerte que nunca.
¡Veda permanente para la caza de pájaros! – gritaba una martineta que de tan gorda ya no podía volar-, ¡Basta de fumigaciones! –coreaban unas cotorras verdes muy glotonas-, ¡Prohibición definitiva para la venta de balines de aire comprimido! Dijo un gorrión que vivía en un pueblo bastante chiquito; -¡El que lleve una gomera colgada en el cuello irá preso!- Gritaba un zorzal de uñas largas, que tenía un nido hermoso en la horqueta de un eucalipto.
Y así siguieron todos eufóricos haciendo una lista con todas las cosas que ellos se ilusionaban haría el señor que retrataba los pájaros.
Pero los días comenzaron a pasar y las esperadas novedades no se producían.
Las fumigaciones seguían, los balines se vendían y las pocas perdices que quedaban seguían yendo a parar a los frascos de escabeche.
Un halcón peregrino que se había hecho famoso por una foto que el señor que fotografiaba los pájaros le había sacado, dijo:
-Déjenme a mí, lo que debe pasar es que debe estar muy atareado planeando como defendernos.
Y se fue a esperarlo a la salida de la casa donde trabajaba ahora el retratista de pájaros.
Cuando lo vio salir, estiró las alas y empezó a hacer planeos altos, como él sabía hacer mejor que nadie, esperando que el ojo alerta del retratista de pájaros advirtiera semejante belleza.
No pasó nada.
Entonces probó hacer un vuelo rasante sobre el señor que antes retrataba pájaros.
Y tuvo que esquivar un manotazo que este le tiró, mientras rezongaba:
-…”pájaro de m…- (Y perdónenme pero no me animo a repetir lo que dijo).
Y entonces, completamente desilusionado, se volvió a contarles a los otros pájaros lo que le había pasado.
Pero estos le dijeron que probablemente no lo había visto, que estaba equivocado.
Aunque él estaba seguro que no se había equivocado.
Y se puso re triste.
A los pocos días el desastre total: unos fumigadores a los que no les importaban los pájaros, desparramaron un cebo envenenado en unos campos muy grandes y decenas de miles de todas clases aparecieron muertos.
Todos quedaron aterrorizados.
Y se pusieron a mirar que hacía el señor que retrataba los pájaros, al que habían nombrado para que los defendiera.
Y no hizo nada.
Aunque si dijo.
- A mí no me corresponde decirles nada a los fumigadores, porque no son mi área de competencia-.
Entonces todos se dieron cuenta que el halcón peregrino tenía razón.
Y para colmo de males, un gorrión, que siempre se paraba en la ventana de su casa a escuchar lo que decía, oyó lo que nunca nadie hubiera querido escuchar:
La esposa del señor que antes retrataba los pájaros le comentó que los fumigadores estaban envenenando a todos y que de seguir asi, ya no habría más pájaros que fotografiar
El retratista de pájaros la escuchó y se puso a pensar.
Y a pensar y pensar.
Con el ceño fruncido y todo.
Y al final chasqueando los dedos de la mano derecha, miró a su señora y eufórico le dijo:
- ¡No importa! ¡Hoy abrí una gaseosa y tenía una tapita de un color lindísimo, así que de ahora en adelante no retrataré más pájaros y me dedicaré a sacar fotografías de tapitas de gaseosas!
El gorrión salió espantado y convocó a una reunión urgente.
El gavilán dijo:- yo propongo que vayamos con las garras de punta y le destrocemos la cara-
El cuervo dijo:- yo tengo unos primos en la India que se comen a las personas cuando se mueren, invitémoslos a venir y que se lo coman crudo a él-
El búho dijo: - si vamos un montón de nosotros y lo agarramos a picotones lo liquidamos.
La cotorra dijo:- vayamos toda lo noche a los árboles que rodean su casa y cantemos bien fuerte así no podrá dormir nunca más y se morirá de cansancio-
Y asi siguieron todos dando ideas, que iban siendo una a una, descartadas, por distintas razones.
Cuando todos estaban más tristes todavía, si puede alguien imaginar eso, vino un tordo y les dijo:
-Nosotros siempre andamos en bandadas y yo me he fijado que si algo los vuelve locos a los humanos es:… (Y ahí bajo la voz tanto que no pude escucharlo más).
Lo que si pude ver es lo que le pasó de ahí en adelante al automóvil del señor que antes retrataba pájaros cuando quedaba debajo de un árbol, aquí va una fotografía que le saqué para que vean.




Y doy fe que se pone como loco, verdaderamente como loco.
Y colorín colorado, aunque la historia sigue, este cuento está terminado.

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