Emanaciones fantasmas

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Negra en el fondo de un cajón, con las sales de uranio encima. Como el sol seguía sin salir, el 1 de marzo reveló la placa, esperando encontrar una imagen muy débil. Y lo que observó fue un hecho que, en sus palabras ante la Academia el lunes 2 de marzo, ``me parece definitivamente importante y fuera de los fenómenos esperados, las siluetas aparecieron, por el contrario, con gran intensidad'. De inmediato realizó una nueva observación, de sólo cinco horas de exposición de la placa a las sales en total oscuridad, con resultados similares. Becquerel concluyó el segundo reporte a la Academia proponiendo: ``Una hipótesis que se presenta de manera natural al espíritu sería suponer que estas radiaciones, cuyos efectos tienen gran analogía con los efectos producidos por la radiaciones estudiadas por los Sres. Lenard y Roentgen, serían radiaciones invisibles emitidas por fosforescencia. Los experimentos que yo hago en este momento podrán, yo lo espero, aportar alguna aclaración sobre este nuevo tipo de fenómenos'.
Pero su explicación fue incorrecta.



Henri Becquerel, quien estaba presente en la Academia durante el anuncio de Poincaré, contaba con un doctorado de la Sorbona, había ingresado a la Academia a los 39 años de edad y, tal como habían sido antes su padre y abuelo, era director del Museo de Historia Natural en París. Al escuchar las noticias de los rayos-X, Becquerel, fiel a la tradición familiar en el estudio de los fenómenos fosforescentes, decidió investigar de inmediato si los cuerpos fosforescentes emitirán rayos similares. Su idea era averiguar si la fosforescencia del tubo de rayos catódicos de Roentgen no sería la fuente emisora de los rayos-X. Usando sales cristalinas de uranio, que se sabía poseían propiedades fosforescentes, se envuelve una placa fotográfica con hojas de papel negro bien gruesas, de modo que la placa no se vele por una exposición al Sol, durante un día. Se pone sobre la hoja de papel, en el exterior, una placa de la sustancia fosforescente [las sales de uranio] y se expone todo al Sol durante varias horas. Cuando se revela la placa fotográfica, se reconoce que la silueta de la sustancia fosforescente aparece en negro. Se debe entonces concluir de estos experimentos que la sustancia fosforescente en cuestión emite radiaciones que atraviesan el papel opaco a la luz y reducen las sales de plata. Becquerel pensaba, erróneamente, que era la luz solar la que causaba que el sulfato de uranilo y potasio emitiera, además de la luz de la fosforescencia, radiación penetrante similar a los rayos-X.
En febrero no siempre sale el sol en París. Al no poder exponer las sales a la luz solar, Becquerel guardó la placa fotográfica cubierta de tela negra en el fondo de un cajón, con las sales de uranio encima. Como el sol seguía sin salir, el 1 de marzo reveló la placa, esperando encontrar una imagen muy débil. Y lo que observó fue un hecho que, en sus palabras ante la Academia el lunes 2 de marzo, ``me parece definitivamente importante y fuera de los fenómenos esperados, las siluetas aparecieron, por el contrario, con gran intensidad'. De inmediato realizó una nueva observación, de sólo cinco horas de exposición de la placa a las sales en total oscuridad, con resultados similares. Becquerel concluyó el segundo reporte a la Academia proponiendo: ``Una hipótesis que se presenta de manera natural al espíritu sería suponer que estas radiaciones, cuyos efectos tienen gran analogía con los efectos producidos por la radiaciones estudiadas por los Sres. Lenard y Roentgen, serían radiaciones invisibles emitidas por fosforescencia. Los experimentos que yo hago en este momento podrán, yo lo espero, aportar alguna aclaración sobre este nuevo tipo de fenómenos'.
Pero su explicación fue incorrecta.En diciembre de 1897 una nueva serie de experimentos que harían historia comenzaba en una bodega de la Escuela Municipal de Física y Química Industriales en París. Allí, el profesor Pierre Curie daba clases y ofreció espacio en su laboratorio a su esposa, Marie Sklodowska Curie, quien había decidido iniciar su tesis doctoral en Física en la Sorbona. El tema, el estudio experimental de las propiedades de los ``rayos de Becquerel', midiendo la ionización producida en aire por los rayos-X y por las emanaciones del uranio. Trabajando con sales de uranio similares a las que había usado Becquerel, las observaciones de Marie Curie rápidamente produjeron resultados: el 12 de abril de 1898 comunicó a la Academia que todos los compuestos del uranio son ``activos', y también los del torio. La observación llevaba implícita la noción de que esta actividad sería un fenómeno atómico, postura no trivial en una época en que la estructura atómica de la materia era aún un tema de discusión. Como Marie Curie no era miembro de la Academia sus resultados debieron ser presentados por un académico, en este caso, el Prof. Gabriel Lippmann. El 18 de julio del mismo año, Henri Becquerel presentó dentro del área de Físico-Química una nueva comunicación, firmada por Pierre y Marie Curie, con el título ``Sobre una Nueva Sustancia Radio-activa, Contenida en la Pechblenda'. Esta es la primera vez que se le llamó radiactividad al nuevo fenómeno natural, y el reporte contenía evidencias de que un nuevo elemento, para el que se sugiere el nombre polonio, había sido encontrado en los minerales de uranio. Este trabajo, en que se usó por primera vez la radiactividad como herramienta para un descubrimiento, mereció en diciembre del mismo año uno de los reconocimientos de la Academia, el Premio Gegner, asignado a Madame Curie. En la misma fecha, diciembre de 1898, los Curie reportaban la posible existencia de otro nuevo elemento, el radio.

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