Carta abierta de Miguel Blesa a los políticos corruptos, a los jueces falderos, a los periodistas pesebreros y a todos esos ciudadanos que son pobres y envidiosos

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Ahora que ya solo soy espíritu, ahora que mi cuerpo ya no está presente, me quiero dirigir a todos: a vosotros, corruptos politiquillos de mierda; a los jueces, que actuáis como verdaderos perritos falderos; a los periodistas, que solo escribís al dictado pensando en la comida que os echan en el pesebre; y, como no, también a ese gentío de envidiosos ciudadanos que se dejan arrastrar por todos los primeros.
Ahora que mi espíritu vuela libre, y que ya no podéis hacer daño a mi cuerpo, os voy a contar lo que muchas veces quise deciros en vida, y que, por unas causas u otras, se me quedó atrapado entre mis pensamientos:
He dejado la esclavitud de la vida terrena a la edad de 70 años. Un número suficiente para mí, después de una vida repleta de éxitos y del disfrute de los más vivos y sibaritas placeres, para envidia de muchos. Nunca tuve problemas económicos, ni dejé de viajar a aquellos lugares a los que mi imaginación me quiso llevar. Comí los manjares más sabrosos en los mejores restaurantes del mundo, y nunca me faltaron los más intensos goces carnales cuando me apeteció hacerlo. Como podéis comprobar, disfruté de la vida mucho más de lo que nunca podréis disfrutar vosotros: insulsos politiquillos, jueces leguleyos, chupatintas pesebreros, y envidiosos y pobres de toda clase social.
Ahora que ya mi espíritu se mueve entre lo inmensidad del firmamento, quiero que sepáis que también aquí los míseros y mediocres ocupan los lugares más insignificantes, y los triunfadores y exitosos los sitios más excelsos; poco o nada cambia cuando uno llega a estas alturas celestiales, aunque en la tierra os tengan engañados para que NO os rebeléis contra los poderes gubernamentales o eclesiásticos.
Vosotros, políticos apoltronados y codiciosos, ya no podréis utilizar mi nombre en beneficio propio. Vosotros, jueces sumisos y acomplejados, ya podéis guardar vuestra estrella mediática entre las togas y puñetas que tenéis manchadas de injusticias. Vosotros, periodistas, miserables perros de presa azuzados desde el poder, tendréis un último titular, será: “mi último destino”, y después nada más. Y vosotros, pobres ciudadanos arrastrados por la cobarde envidia, pobres no solo de dineros sino también de espíritu, os quedaréis con las ganas de gritarme e insultarme en las puertas de los juzgados (tal vez el único disfrute real que tenéis en la vida) pues a los espíritus nada de eso nos afecta ya.
A todos os espero, mucho antes de lo que os imagináis, en este lugar donde lo real deja paso a lo irreal, y en el que cada uno de nosotros volveremos a ocupar el mismo puesto que antes ocupábamos en el mundo terrenal, ¡mal que os pese!
Firmado: el “Espíritu” vagante de Miguel Blesa

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